PRISIÓN
Es una extraña prisión
La que yo habito
Un largo corredor
Sin fondo ni principio
A este corredor
Túnel infinito
Innumerables puertas lo segmentan
Creando diminutas celdas
Una puerta detrás, otra delante
A ambos lados espesos, altos muros.
La puerta caudal, impenetrable.
L a que se halla frente a mí
Cada cierto tiempo se abre
Por sí sola.
Cruzo el umbral,
(Algo me obliga, una fuerza extraña, irreprimible,)
Para encontrarme en otra estrecha celda
Tras de mí
Se cierra la otra puerta
Para siempre.
Frente a mis ojos la puerta es siempre opaca,
Hermética
Ni luces ni sonidos la atraviesan.
La trasera, aunque infranqueable,
Me permite ver la larga hilera
de las celdas que he habitado,
Claras y visibles las cercanas,
Plenas de bruma y de olvido las lejanas.
Llenan cada celda fantásticas imágenes
De hombres y mujeres, de animales y plantas.
Mares espumosos, astros lejanos,
Colinas frondosas, sonrientes,
Lagos en los que ríe el sol del mediodía
O llora la luna en las noches sus tristezas.
La sensación de realidad es intensa:
Siento gente que me habla,
Animales que saltan juguetones,
Que buscan mis caricias,
O que de mi huyen.
La fronda baila cuando la agita el viento
Y amo el perfume de las rosas
Aunque a veces me hieran sus espinas.
De celda a celda cambian las imágenes
No todas
Hay imágenes que me acompañan por un largo tiempo.
Figuras, sin embargo, que he llegado a amar,
Desaparecen de mi presente celda,
Sin razón ni aviso.
Aunque a veces, inalcanzables,
Desdibujadas por la bruma del olvido
En las traseras celdas las diviso.
Otras aparecen
A las que me cuesta acostumbrarme
Para también partir
Cuando ya conozco sus nombres
Sus hábitos, sus risas.
Tan engañosa es la ilusión de vida
Que quiero en la fantasía tomar parte,
Asirla, estrecharla alucinado,
Pero sólo encuentro el aire,
O desgarro mis manos contra el muro.
Cuando esto sucede me doy cuenta
Que ya no quiero seguir cruzando puertas.